Meteorito, ven ya.

 ¡Qué no se diga que no somos plurales!. En esta entrada voy a darle la réplica a un artículo escrito en esta misma página, por mi amigo y compañero de blog El diván del Sociólogo, donde exponía un punto de vista con el que no puedo estar más en desacuerdo.

Por eso y para inaugurar nuestro propio intercambio de opiniones:

El retroceso social de la consciencia: Réplica a "El avance de la Autocensura".

Quiero empezar esta entrada con una frase que espero se mitifique y se consolide en el ámbito más basto de la sociedad: "Meteorito ven ya". Esta alocución a un posible apocalipsis y consecuente desaparición de la especie humana de la faz de la Tierra, obviamente es una exageración.

Valga esta hipérbole para iluminar la idea principal que quiero desarrollar en esta entrada: La sociedad no está mejorando, en el mejor de los casos, se ha estancado.

De los Cavernícolas a BTS.

No es ajeno a nadie que, creas en la religión que creas, incluso si no crees en ninguna religión, el ser humano no es a día de hoy una especie que haya permanecido inalterada. Es más, ha sido un camino tortuoso que la humanidad ha recorrido y que nos ha traído a hoy, no con pocos baches en el camino.

Grupo K-pop BTS

Y aquí es un poco donde me quiero detener: Han sido muchos baches, muchas desgracias, muchas pérdidas humanas, un viaje complejo hasta que de una forma u otra, hemos conseguido estabilizar nuestra subsistencia (más o menos, en los países desarrollados me refiero mayormente) hasta el punto de ser conscientes de nuestra propia efimeridad. Valga como muestra la pandemia global en la que aún nos hallamos.

De todas las experiencias que el ser humano ha vivido desde que salió de la cueva y comenzó lo que daría en el futuro la civilización que hoy conocemos, creo que el mayor éxito ha sido la declaración de derechos y libertades que nos ordena (de organiza) como elementos individuales sociales y nos permite seguir avanzando como conjunto.

Pero debe haber un punto donde alguien se confundió porque el resultado es demasiado llamativo.

Una vez tenemos cierta organización en torno a los derechos y libertades individuales, y como en todo, balanceando partidarios y detractores, se produce un curioso fenómeno.

Desconozco el origen y menos si es artificial o natural, pero yo soy un hombre de ciencia y me baso en hechos, no en conjeturas. El hecho irrefutable es que hay tantas opiniones como personas y personalidades, incluso durante el transcurso de la vida, de un mismo aspecto la opinión de una persona puede cambiar, bien sea por experiencias, bien por nuevos conocimientos, bien por evolución personal.

Y esto, queridos amigos, que debería ser una bendición, tiene un doble filo que experimentamos cada día y que es exactamente donde mi colega se equivoca: Cada persona piensa que su opinión es válida.

El craso error, confundir derecho con obligación.

Hemos desarrollado una sociedad, como dije antes, basada en derechos y libertades, donde con el tiempo las obligaciones que nos dan esos derechos, se han ido difuminando. Pienso que este efecto se pueda deber a que las personas que hoy gozan de esas libertades no han tenido que luchar por ellas.

Evento Histórico en la plaza de Tiananmen

Valga como ejemplo el derecho a la libertad de expresión (artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, 1949) que tanta sangre derramó hasta ser real, y que a día de hoy, los países que suscriben esa Declaración, recogen de una forma u otra en sus Constituciones (en la Española, artículo 20).

Sin embargo, tal vez porque no hubo visión de lo que esto conllevaría y los fundadores tanto de la Declaración Universal como de las diferentes constituciones en los países desarrollados, hay una confusión globalizada: el derecho a tener una opinión no conlleva a la obligación de usarla en todo momento, y mucho menos, conlleva la validación de que sirva para algo útil.

Dicho de otro modo: hay opiniones que sobran. Por múltiples motivos: así sea por falta de conocimiento, por ignorancia, por inexperiencia, por partidarias, por egoísmo... motivos sobran. Y preocupante es el hecho de que no se trabaje para evitarlo.

Atentos al efecto Dunning-Kruger. ATCHUNG!

Es muy importante evitar siempre este síndrome, ya que es muy preocupante la cantidad de información a la que tenemos acceso y no vale un rábano, si se me permite la expresión.

Y aquí es donde creo, yerra mi compañero Sociólogo: corremos el riesgo de caer en la confusión terrible de pensar que una opinión contradictoria a un aspecto establecido es beneficiosa para, sin usar el pensamiento crítico, hacer más robusto aún ese establishment.

Él pone como ejemplo, a partir de una trama de ficción, cómo se puede desarrollar un problema social si se impone una autocensura para no "cabrear a la masa invisible".

Y no puedo dejar de expresar mi total desacuerdo. No existe ninguna masa invisible. Es muy visible. La componemos todos y cada uno de nosotros, pero no es cierto que el malestar la cabree (porque no existe!), lo que sí se produce es un constante ruido por donde quiera que pasa una opinión que pueda ser más o menos incómoda.

Pero creo que su razonamiento es incorrecto desde el punto de vista del criterio: Cuando alguien no ha estudiado, no ha experimentado, no ha aprendido o no ha escuchado lo suficiente, corre el riesgo (MUY MUY ALTO) de emitir un juicio vacío, banal y simplista que no aporta ningún valor y que no sirve para nada. Y este problema se produce porque todos tenemos (afortunadamente) derecho a opinar.

Pero justo al contrario como opina mi colega, creo que es un error que se pueda dar altavoz a opiniones como las que él mismo cita: Miguel Bosé sobre el 5G, el jefe de equipo o el Dandy de Barcelona. Es inevitable que ocurra, pero sería deseable que una ola de pensamiento crítico y mentes pensantes los destruyera, pasándoles el criterio y la consciencia por encima cual camión articulado de 3 ejes.

Conclusión.

Corremos el grave riesgo de no detener lo que vemos a diario, una sociedad llena de opiniones basura, vacías, teras y más teras de información inválida o simplemente, difamatoria, contra avances científicos (vacunas, 5G, etc) o pruebas irrefutables sobre hechos, que hacen más mal que bien, y que tienen su origen en que alguien un día usó una opinión contraria al establishment y tuvo razón. 

Que eso se diera una vez no significa que se de siempre, por eso es tan importante cultivar el pensamiento crítico y la calidad que nos otorga la mejora continua tanto en nuestras opiniones como en nuestras acciones.

No hay que confundir no ser sumiso con ser un gilipollas redomado que no para de decir tonterías.

"Solo sé que no sé nada" decía nuestro colega Sócrates. Debería ser obligado leerte y comprenderte amigo mío.

Visión de la sociedad actual: El avance de la Autocensura.

El mayor éxito de cualquier sistema político-social no es implantar la censura, no. Mucho mas allá esta el logro de alcanzar la autocensura. 

Y esta es tan invisible y tan silenciosa que gana con mucho al poder que puede tener la censura en sí. ¿Por qué?, sencillo: cuando se da una clara ley de Censura, las mentes pensantes, los que están en contra de lo establecido buscan la manera a veces inverosímil de burlarla, esquivarla, incluso colar contenidos claramente en contra del sistema pero que son aceptados, bien por dejadez o por ignorancia de quien tien ese poder de censurar.

Ahora bien, el zenit es alcanzar la autocensura.¿ Y como se logra esto? Hay distintas manera de lograrlo. Hago esta reflexión al hilo de una noticia que he leído hace poco. 

La plataforma Netflix estrenó una serie hace muy poco con notable existo: “Los favoritos de Midas”. No voy a entrar en desmembrar la trama, ya que yo de cine entiendo poco, pero a groso modo nos habla de poderes ocultos, de la condición humana, de la ambición, de la lealtad y un largo etcétera. 

Pero no es de la serie de lo que quiero hablar, sino de la aparición en una serie española de un actor Willy Toledo, por todos conocidos por sus ideales anti sistema, crítico e irreverente con la Iglesia. 

Pues bien,  este señor ha estado prácticamente vetado para realizar su trabajo. A lo que voy, se puede estar de acuerdo o no con sus pensamientos e ideas, allá cada uno, pero lo que sí tiene valor es que mantenga dicha actitud hasta en los momentos en el que su “pan” peligra por defender sus ideas.

Gran Hermano.

Dicho lo cual, tendrá sus defensores y sus detractores, pero si nos paramos a pensar, más allá de callarnos ante ciertas circunstancias banales porque no nos queremos meter en problemas o porque no queremos empezar una batalla que no compensa, lo cierto es que se ha establecido toda una corriente de autocensura que, sin tener un dictador claro detrás, parecen que están asumidas por la mayor parte de la población. La Policía de lo “políticamente correcto” nos invade en cada una de nuestras opiniones. 

No valen los argumentos, no valen las reflexiones, lo que importa ahora es no cabrear a esa masa invisible que te atiza sin piedad hasta hacerte rectificar de tus propias ideas, o cuando menos no emitirlas públicamente. Todo ello canalizado a través de las redes sociales. 

Cualquier “medio famoso” esta expuesto a críticas, insultos, descrédito por emitir sus opiniones. No se trata de que no podamos rebatir argumentos a respecto, ¡faltaría más!, todos tenemos el derecho y casi la obligación de rebatir los argumentos que no nos parezcan válidos, lo que nunca normalizaré es que se pueda desprestigiar, insultar o amedrentar con toda a artillería posible a aquellos que tienen opiniones diferentes. 

Me viene a la mente el mismo Willy Toledo, Miguel Bosé con su teorías del 5G, o incluso Samanta Villar cuando alegó que aquello de ser madre estaba muy lejos de lo mitificado que se tiene. 

Pues vamos al respecto de esto último, valga decir que cualquiera que sea padre sabe perfectamente a qué estado de enajenación nos ha llevado muchas veces nuestros pequeños. La gravedad es que estas voces son acalladas a golpe de masivos mensajes ofensivos. Mucha gente que antes expresaba su opinión ya no la ejercen, esa tan querida libertad de expresión que cada vez se va a alejando un poco más cuando más se supone que debería usarse.

Conclusión sobre la autocensura.

Podemos reírnos todo lo que queramos del "Jefe de equipo", del Dandy de Barcelona, personajes que se hacen virales a costa de hacer o decir autenticas estupideces. Se pueden incluso forrar, fama efímera y pasajera, sí, pero no vayas a opinar ni argumentar sobre lo políticamente correcto o lo moralmente establecido porque es entonces cuando los hombres de negro de la censura vendrán a por ti. Como decía la gran Chavela Vargas “ que ser valiente no salga tan caro, que ser cobarde no valga la pena”. 

Admiro sea cual sea la posición que defiendan aquellos que no les importa nadar contracorriente, sólo de las mentes más audaces y valientes han nacido los progresos de la humanidad, claro que también han nacido las idioteces mas grandes, pero ante todo rompo una lanza en favor de aquellos que mantienen sus ideas a pesar de los golpes que la autocensura les quiere atizar. 

Porque más allá de las redes sociales y ampliándolo a un aspecto cotidiano se requiere de nosotros ser sumisos y conformistas. No protestes, no alces la voz, mantente dentro del rebaño, dentro no te faltara un trozo de pan que llevarte a la boca...aunque la dignidad se vaya por el sumidero tendrás siempre una plataforma de streaming donde poder ver a Willy Toledo.

Libertad VS Miedo

Estamos probablemente ante uno de los desafíos mundiales más importante de la Historia con la Pandemia del Covid19. No vamos a decir que cualquier tiempo pasado fuese mejor, obviamente a lo largo de la vida humana en la tierra se ha pasado por fases, eras, o etapas tremendamente hostiles para el ser humano.

Ahora bien, el cambio de paradigma sociológico que se ha producido en los últimos 30-40 años es la transición entre la dicótoma esclavitud (entendida como cualquier acto que somete al ser humano donde se podría incluir una amplia gama desde la opresión, dictaduras, tráfico de seres humanos, explotación infantil etc..) y libertad, para dar paso a otra dicótoma entre libertad y miedo.

Libertad y miedo.

Me explico: con la llegada del estado de bienestar, las sociedades desarrolladas han ido desplazando sus necesidades vitales desde la supervivencia hacia el “consumismo”, la comodidad de una vida más o menos plácida, el ocio, el tiempo libre, viajes, confort. Y estos ha generado el caldo de cultivo para que dentro de las democracias occidentales una de las formas más sencillas de controlar a sus ciudadanos haya sido a través de la generación del miedo. Sin entrar en valorar si los riegos reales o ficticios, lo que si es evidente es que el dogma seguridad esta por doquier allá por donde nos movemos.

Cómo explicar la tendencia humana hacia la conservación de lo que se tiene en lugar de arriesgar a conseguir lo que no se tiene lo explican Kahneman y Twerky en su libro Prospect Theory, donde dicen que al tomar decisiones en condiciones de incertidumbre, las personas son más sensibles a las perdidas de lo que son a las ganancias. Nos hemos vuelto una sociedad miedosa a esa perdida de nuestro modus vivendi de nuestra forma de vida sin riesgos. 

Ejemplos los podríamos citar por millares, basta con citar algunos como son la sobre protección de los hijos, la falta de compromiso social con las clases más desfavorecidas o la asunción sin resistencia de decisiones políticas que afectan a nuestra libertad y derechos. Valga de muestra el botón de la ley mordaza.

Dentro de este espectro social irrumpe como un vendaval la pandemia del Covid-19.

Parto de la base que no dudo de las decisiones de los gobiernos en cuanto a confinamientos, toques de queda, multas y restricciones de nuestros derechos fundamentales, obligatoriedad de uso de mascarillas y un largo etc de medidas no sean optimas o necesarias. 

Lo que sí me sorprende es la obediencia absoluta de una sociedad que es incapaz de alzar la voz ante prácticamente nada. Anecdótico podría ser las propuestas de los negacionistas, una clara minoría cuasi residual, y algunos otros conspiranoicos cuyas ideas se acercan más al terraplanismo que a la realidad.

Asumimos como cierto las cifras, datos, sin apenas espíritu critico. Y lo que más me chirría es que el Sistema/Estados han logrado algo que los regímenes fascistas lograron en su época de esplendor, y no es otra cosa que un policía por cada ciudadano. 

Ya nadie se atreve a conducir sin cadenas en las autopistas de la libertad. 

Plantearse cual va ser el futuro no es una cuestión que pueda ser fácilmente predecible, lo que sí es evidente es que el fobos va ganando la partida de manera ventajosa.

¿Quién se va a atreverse a negarse a una posible vacunación?. Vaya por delante que mi opinión es provacunas. 

Ya nadie deja los niños sueltos en la calle por miedo a ser raptados por no se que banda operativa de secuestradores de niños, aludiendo al quasi dogma de es que las cosas no son como antes , ¿o quien va a rebatir el argumento objetivo/estadístico de ahora hay más coches?. 

Si señor/a efectivamente hay mas coches en circulación, pero ¿se ha parado usted a pensar en qué si un ser humano con 9-10 años de edad es incapaz de mirar a izquierda o derecha para ver la proximidad de un coche es que algo en el estilo educacional no esta siendo el adecuado?. 

Y ejemplos como los citados se pueden contar por decenas. Eso sí, parece que sobre que pasen las horas conectados a un mundo virtual está exentas de peligros, no hay coches, no hay bandas de secuestradores, no hay gente de mal vivir, pero... ¿saben los padres de hoy a qué peligros se exponen en la red?.

La respuesta es clara y concisa NO, pero esta generación de padres que ahora sobreprotegen a sus hijos, sí sabía perfectamente donde estaban los peligros y por ende aprendimos a esquivarlos o enfrentarlos con nuestra Libertad y Criterio.

Palabras grandilocuentes que sin embargo están perdiendo todo su sentido.